¿QUÉ TIENEN QUE VER?
· Los cursos restrictivos en medicina y derecho
· La falta de políticas de permanencia (boleto, albergue y becas reales)
· El desborde del comedor y el intento de aumento de un 500%
· Los baños rotos de humanidades, la falta de edificio único en periodismo, las cuatro sedes del ingreso de ciencias médicas, las cursadas desbordadas de PUEF, el deteriorado edificio de exactas
· La escasez de bandas horarias en todas las facultades
· Las solo 3 mesas de finales en veterinarias
· El ahogo presupuestario que obliga a los compañeros de exactas a pagar sus viajes de campaña, arancelando así su carrera de grado
· La injerencia de empresas privadas en el financiamiento universitario y en la modificación de planes de estudio
· La deserción masiva y el limitado ingreso de las clases populares a la universidad
· Los trabajos como becarios que otorga la universidad, como excusas para trabajar para el estado en forma precarizada
¿CON LAS POLÍTICAS Y LEYES EDUCATIVAS?
Los invitamos a pensar y debatir entre todos estas problemáticas, con proyecciones de videos y talleres de discusión.
PRÓXIMAS ACTIVIDADES:
MUESTRA PERMANENTE: Jueves 23 y viernes 24 de septiembre, en la entrada de la facultad. Acercate a ver videos sobre las políticas y las leyes educativas y a charlar sobre su impacto en nuestra formación.
Nos preguntamos que tienen que ver entre sí estas problemáticas y que tienen que ver con las leyes nacionales y las políticas regionales. Por supuesto, la respuesta es absolutamente todo. Estos problemas cotidianos que afectan a cualquier estudiante de nuestra universidad tienen un marco común que los engloba y les da sentido: las políticas educativas que datan de la última dictadura cívico-militar y que con matices y particularidades según cada gobierno, se han continuado y profundizado hasta nuestros días.
Este deterioro de la educación pública se hace más pronunciado en la década del ´90 con el auge de las políticas neoliberales impuestas por Estados Unidos y con la creación de un “paquete legislativo” acorde. En esta década se consolida la concepción de la educación como un recurso técnico y científico a ser ofrecido al mercado, contrariamente a la idea de educación como producción de conocimiento socialmente necesario. Así, el fenómeno de mercantilización que a todo asigna un precio, típico de nuestro sistema social, se hace eco también en la educación. Por eso empiezan a ser cada vez más escasas las políticas destinadas a extender a la educación superior a amplias capas de la población y a garantizar desde el estado el ingreso y la permanencia a la universidad de los sectores populares. Son estas políticas privatistas las que impulsan el desmantelamiento del estado y sus funciones y el desfinanciamiento expresado en el profundo ahogo presupuestario que vive nuestra educación.
Como bien lo demuestra la menemista Ley de Educación Superior vigente, creada según los mandatos del Banco Mundial, la educación tiende a ser vista desde una perspectiva mercantil, es decir considerada como un servicio, algo que se brinda a quién pueda pagarlo, y no como un derecho social. Así se explica la falta de un albergue y un boleto estudiantiles, el comedor colapsado, la falta de becas que brinden un sustento económico real y la pasividad frente a la deserción de miles de compañeros. Es esta perspectiva la que garantiza una gratuidad incompleta, pues como todos sabemos no es gratis estudiar, aunque no nos cobren una arancel en la puerta de las facultades. Estudiar cuesta viajes, apuntes, un lugar habitable, comida, etc. Estas políticas ofrecen una gratuidad formal que no contempla estas necesidades básicas y deja libre el ingreso a aquellos favorecidos por el mercado. Se ignora que la educación es un costo social, sostenida en gran parte con impuestos al consumo como el IVA, el cual todos pagamos sin importar nuestras amplísimas diferencias socio-económicas. Todos pagamos la educación y sin embargo cada vez son menos quienes pueden acceder a ella. Además, cada vez la selección es más arbitraria.
¿Y que queda para quiénes tenemos el raro privilegio de estudiar?
Para nosotros quedan las consecuencias del ahogo presupuestario que podríamos graficar así: la UNAM de México, con una población bastante similar a la de la UBA, tiene un presupuesto de 23 mil millones, frente a los modestos 2 mil millones de la universidad argentina más importante. Esto se plasma en condiciones edilicias decadentes, en cursadas superpobladas, en escasez de aulas y bandas horarias, en sueldos docentes insuficientes y en la falta de políticas de bienestar estudiantil. Además el mismo conocimiento se ve modificado, ya que comienzan a aceptarse los fondos de empresas privadas que muy lejos están del altruismo, ya que imponen reformas de planes de estudio según su conveniencia y violan la autonomía universitaria. Tal vez el ejemplo más emblemático sean los fondos del proyecto mega-minero altamente contaminante de La Alumbrera. Todo esto bajo el amparo de organismos como la CONEAU, el CIN y el Ministerio de Educación, que con la excusa de la evaluación imponen la voluntad de organismos crediticios internacionales y plantean un presupuesto diferenciado según el interés del mercado en cada carrera. Así se violan también las banderas de la Reforma Universitaria del ´18: la autonomía sucumbe frente a la injerencia gubernamental y empresarial en el conocimiento construido, la autarquía se muestra maltrecha frente a un estado que no garantiza el presupuesto indispensable, el co-gobierno se desdibuja ante las necesidades de los poderes de turno, que no admiten trabas a sus proyectos educativos impopulares y que imponen sus leyes elitistas de forma antidemocrática.
Resumiendo, todo tiene que ver con todo…
N
Comisión de Debate sobre
Fac. de Humanidades y Ciencias de
FEDERACION UNIVERSITARIA DE LA PLATA